Hay cosas en la vida que podemos elegir, otras que no se
pueden elegir, y algunas que están entre las dos. Aparentemente se pueden
elegir, pero en el fondo ya están determinadas por la suma de los elementos que
la constituyen. Así pasa con la homosexualidad.
Estudié el fenómeno de la diferenciación sexual hace muchos
años, para comprender mejor como funciona, en qué momento ocurren los cambios, y
el por qué de su aparente “irreversibilidad”?.
El origen de este interés fue cuando me enteré que un gran
amigo de la infancia se había quitado la vida. Él tenía problemas tremendos con su
familia y consigo mismo en el camino de su elección sexual. En vez de preguntar para que alguien le ayude a resolver su problema sistémico, él se había aislado y nunca
se atrevió a hablar con nadie de lo que su familia consideraba – hasta hoy – una
“vergüenza”. A eso se sumó que en esa familia muy dogmáticamente religiosa el
suicidio está considerado como un pecado supremo... No aprendieron nada, ¡ni
siquiera luego de perder su único hijo varón que, como dijeron, “tanto
querían”!
La diferenciación sexual está determinada por los siguientes factores:
1) La combinación
genética XX, XY, XXY, determina la pre-elección física. Esta pre-elección
es como una “orden genérica” para los procesos de crecimiento embrionario, pero
no significa que ellos van a seguir este primer impulso.
2) Los 4 primeros
meses del desarrollo embriológico es lo que en realidad determina con más
firmeza la elección sexual: Si se confirma la primera orden genérica, la
identidad sexual será polar y claramente definida. Si hay un ligero exceso de
hormonas masculinas, con bajo nivel de hormonas femeninas en
juego durante este período, la persona tendrá una identificación sexual masculina, y
si es al revés, tendrá una identificación sexual femenina. Existen algunos estudios que relacionan
claramente estos niveles con la posterior elección sexual de una persona. Si
bien este aspecto de identificación hormonal es dominante, de lejos no es todo.
3) La identificación con
una persona (conocida o no), o la contra-identificación con la misma, son
factores que conocí más profundamente en mi formación de constelaciones familiares
según Bert Hellinger. Generalmente funcionamos desde las posiciones que nos
ofrece el sistema familiar. Puede ser que nos identifiquemos con la hija
perdida de la abuela, aún sin haber conocido a la abuela. Suena extraño para
quienes no lo experimentaron directamente y sin prejuicio. El sistema familiar nos
ofrece lugares, que no son necesariamente nuestros, sino que pueden estar lejos
de correspondernos. Por la condicionalidad de la mayoría de los sistemas, nos
adaptamos a esos roles en vez de tener que luchar para estar en nuestro propio rol real. (¿Y cómo deberíamos luchar si ni siquiera tenemos idea de este
lugar?, ¡hasta que nos damos cuenta de que sufrimos dentro del lugar
equivocado!)
4) La atracción con
una persona (conocida o no) también puede determinar nuestra
identificación. Los impulsos recibidos dentro de los 6 primeros meses luego del nacimiento,
y algunos recuerdos que surgen del período embrionario (música, voces,
seguridad) pueden influenciar tremendamente en el tipo de personas que
identificamos como atractivas y que nos estimulan la producción de hormonas de
placer de manera absolutamente poderosa, como un reflejo, dentro de segundos.
En ella se fija generalmente la imagen del “hombre de mi vida” o la “mujer de mi
vida”. El perfume, la voz, el calor, la piel, el pelo, los ojos de aquella
persona que más consiguió estimular este reflejo. ¡Puede ser una visita que nos
tomó una vez por diez minutos en los brazos!, como también los padres.
5) La proyección que
resulta de nuestro lugar cronológico o jerárquico en la familia puede
llevar a confusiones entre el “rol” sexual y la “identidad” sexual real. Si el
padre piensa “Hubiera sido un varón”, o la madre piensa “una chica me
entendería mejor”, la criatura sentirá que hay alguna condicionalidad, lo
escuchará en las palabras de una pelea de sus padres, lo intuirá a través de la
manera como está presentada o tratada delante de la gente, etc. Esa influencia es
generalmente más reversible. Por ejemplo luego del nacimiento de una hermana, un
varón de 3 años puede querer vestirse de mujer durante años, no solo para llamar
la atención de sus padres, sino para poder recuperar así el trono perdido del primogénito.
El chico tuvo una ilusión de humillación de su hombría por sentir que valoraban mas a la hermana mujer que a él. El contraste es aún mayor si antes
era sobreprotegido con pocas oportunidades de compartir sus juguetes con otros
niños de su edad.
6) La proyección que
resulta de una pérdida: Lo perdido tiende generalmente a ser idealizado.
Los brazos de la vecina o de la empleada doméstica que se mudó cuando éramos pequeños pueden estar olvidados en la mente, pero nunca en la memoria
posicional, y se pueden volver una obsesión, especialmente para los varones. La
pérdida de una figura paterna también para una mujer, que tenderá a ver lo que
no hay en muchos hombres antes de aprender a ver lo que realmente hay en la
persona que está en frente. También habrá cantidad de miedos en cada persona que perdió
una figura de padre importante sin tener apoyo de otra presencia masculina
durante el proceso de reposicionamiento (Luto).
7) La alimentación:
Muchos escritos, algunos más confiables que otros, indican claramente una
influencia en el desarrollo sexual del niño, ya sea en su período embrionario,
o en su juventud. Sin entrar en detalles, cito sólo dos alimentos principales: la leche vacuna y grandes cantidades de soja tienen ambas la tendencia de feminizar.
La primera por productos tóxicos industriales descubiertos en ella y en menor
parte por hormonas, la segunda por estructuras moleculares llamadas “hormon-like”,
por ser similares a hormonas ovariales. Hay mucho escrito, y poco que se pude
realmente comprobar, pero prefiero honrar el trabajo que hacen los buenos
observadores y aprender de ellos.
8) Las situaciones de
rechazo: El rechazo es un desencadenante fatal de falsas identificaciones.
Ellas son en general altamente tóxicas: “no me aman porque no soy como ellos”,
“entonces soy un monstruo” etc... Falsas identificaciones llevan a problemas de
identidad, ya que la identificación tóxica domina sobre la verdadera percepción
de quienes somos, mientras una identificación positiva lleva a que reconozcamos
progresivamente nuestros potenciales.
9) El origen y la historia
personal del alma. Otro punto determinante es lo inmaterial de uno, que es anterior
a la vida física. Venimos con
memorias, vínculos y energías que están determinando múltiples aspectos de nuestro
crecimiento. Memorias de haber perdido un marido, un hijo en una tragedia
vivida en una vida física pueden ser nuestras o prestadas, y son altamente
influyentes en nuestra elección de quienes nos despierten pasión o no. También
tenemos memorias de identidad. Si la última encarnación era masculina, pero el
cuerpo físico actual es femenino, puede ser que este período de vida estará determinado
con una mezcla de los dos. Esta influencia determina no solo la atracción, sino
la identificación.
10) La repetición de
situaciones de rechazo: Durante la pubertad se actualizan los temas de
identidad, ya que una identificación sola no alcanza para pasar a la acción
(sexual) con integridad. El rechazo en las escuelas (Bullying) y en el trabajo
(Mobbing) es doblemente traumático si repiten un rechazo anterior, y pueden
impedir profundamente el crecimiento interno legítimo de una persona... El
repudio es una prueba de enorme debilidad en aquel que repudia, pues él
demuestra su conflicto con la vida, con su imagen de Dios, y se muestra
posicionado al antípoda de lo que él mismo más querría: la inclusión. Dedicarse
al repudio es puro culto hacia lo demoníaco, y no es una cultura, sino una
dedicación hacia la destrucción, con armas mucho más hirientes que aquellas
capaces de atravesar un cuerpo humano para separarlo de la vida que le anima. Separar un SER de su propio derecho de existir es una magia negra que retorna
inevitablemente algún día hacia su creador y su propia familia. No intentemos “adiestrar”
a quienes son zurdos u homosexuales, sino que tenemos el deber de acompañarlos
en la sinceridad, el diálogo y la inclusión, para el mayor bien de todos. Cada
uno tiene su función, la nuestra es la de ser referentes de inclusión, y de
cuidar a nuestra incondicionalidad para poder amar.
Todos, sin excepción, somos en el fondo tanto masculinos
como femeninos en nuestro SER. Si hemos recibido un cuerpo de hombre o de mujer
no significa que “somos” hombres o mujeres, sino que “tenemos” esa etiqueta,
este “rol” social a disposición o impuesto por algo menos de 30 mil días. Hice
hace mucho tiempo una formación en terapias regresivas en estados hipnoides y
pude observar durante los años que siguieron en cada uno de mis pacientes de
entonces que había una sucesión increíblemente rica de manifestaciones de la
existencia física detrás de cada uno de nosotros, y que los cambios de
identidad sexual parecen aleatorios. Ya que no es una postura científica la de querer
hacer observaciones absolutas en relatos que tienen una gran dosis de subjetividad,
no quiero afirmar nada, solo lo planteo a título de anécdota y lo puedes
mirar o no para ti. Respecto a este tema, mi propuesta es la siguiente: prueba
con sinceridad y con todos los medios que tienes a disposición lo que surge de
tu pasado, y verás que ¡no solo eres hombre-mujer, sino que eres más que la
suma de ambos!
Trabajemos socialmente con esta oportunidad altamente
evolutiva que nos presenta la aceleración de los ciclos de encarnación: la
Homosexualidad está llena de desafíos personales e interpersonales, además de
ventajas sociales obvias: Auto-limitación demográfica, protección de la mujer,
aprendizaje de valores distintos, romper con paradigmas rígidos y prejuicios, reordenamiento
de prioridades sociales, etc... A nadie le gusta que alguien se permita opinar
con soberbia respecto a lo que es supuestamente bueno para su vida. Entonces no
seamos incoherentes, y no perdamos ni un minuto de nuestras vidas en peleas de opiniones, sino
que podemos aprender uno del otro y aprender poco a poco lo que es la amistad.
Y para quienes todavía no pueden aceptar que haya personas
que funcionan de manera distinta a ellos: Pregúntate: ¿Se trata de “ellos” o de
tí? ¿Será que te avergüenza no tener razón? ¿O será que te dijeron que mostrar tus
sentimientos es una debilidad, y que tienes que mostrarte duro para sentirte
fuerte?... las causas pueden ser múltiples, pero LA causa es siempre la misma:
La sempiterna condicionalidad. La identifiqué como el “pecado original” de
todas las culturas que conocí... y de ella surgen todos los monstruos virtuales
y reales. Sé atento con la vida, déjala fluir, aprende a respetar lo auténtico, y
ya habrás conseguido poner en práctica tu espiritualidad, con una buena dosis
de incondicionalidad.
Gracias por contribuir a este mundo mejor que también tú
deseas, como todos nosotros.
Jean Niklaus, médico, Pres. de la Fundación Medicina de Sistemas
www.medicinadesistemas.blogspot.com
Todos derechos registrados en el registro de la propiedad intelectual.
Se puede publicar en la web bajo indicación legible de su proveniencia.
Jean Niklaus, médico, Pres. de la Fundación Medicina de Sistemas
www.medicinadesistemas.blogspot.com
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La incondicionalidad del amor y del respeto por el otro... Me gustó el artículo, muchas gracias Jean.
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