Muchos huyen del término excelencia para no enfrentar alguna
incoherencia propia, mientras otros lo usan como argumento de venta... Mientras
tanto, hay pocos que saben definirla, y también pocos que saben vivirla, ya sea
en su vida privada o en su espacio laboral.
En el Neo Evidencialismo, defino la excelencia como “la
cantidad que supera y magnifica lo normal”, como lo normal es lo que supera a
lo mediocre, y lo mediocre lo que supera a lo insuficiente.
La impecabilidad es por su raíz etimológica un término que
significa algo como “libre de elementos que disocian”. Como por ejemplo libre
de manchas, de impurezas, de granos de arena en un rodado, de prejuicios, de
condenas, etc...
Así visto, son dos términos absolutamente complementarios y
distintos, aunque serán los atributos de toda persona que aplica su
espiritualidad de manera ejemplar en su vida. La excelencia es una suerte de
abundancia que va más allá de lo necesario, y la impecabilidad es una
eliminación de obstáculos que va más allá del “promedio”. Uno puede ser
excelente en su profesión sin ser impecable en sus estrategias... o ser
impecable como ser humano, pero poco excelente en su manera de gerenciar su
vida, su familia o sus bienes.
Un conocimiento se vuelve excelente cuando puede ceder su
lugar al saber (ver otro texto al respecto en este blog: “Diferencia entre saber-conocimiento
y creencia”) Es por ejemplo cuando un egresado de la universidad empieza a
experimentar los límites de su conocimiento en el campo de la vida diaria.
Un sabio se vuelve excelente cuando su saber empieza a
inducir frutos concretos... pues saber en sí mismo, si bien es un tesoro, es mas un “tesoro
enterrado” si no tiene manera de manifestarse. Hay muchos sabios que se quedan
en sus montañas, en la sombra. Hay sabios excelentes que no son impecables,
porque tienen su impecabilidad manchada por un exceso de Ego o de prejuicios.
La pregunta será si es mejor un sabio impecable pero no excelente o al revés?...
Yo prefiero la impecabilidad primero, pues es lo que garantiza la humildad, y
la excelencia seguirá... Al revés sería un camino hacia el culto del Ego querer
excelencia descuidando la impecabilidad, y todos ya conocemos como sigue la historia:
Guruismo múltiple, devotismo exacerbado, abusos de poder... son excelencias que
son finalmente poco recomendables, con el germen de la autolimitación o destrucción,
que vienen y van como las olas del mar, pero que no consiguen llevar a la evolución
global, ni siquiera tribal.
Un servicio se vuelve excelente cuando une la impecabilidad de
forma y fondo con el “servicio extra”. En vez de quedarse en la prospección de
nuevos clientes, el prestador de servicios excelente acompaña sus clientes,
ofrece un seguimiento postventa que asombra, aún sin lucrar directamente con
ello.
Los padres se vuelven excelentes el día que saben poner
límites de manera adecuada, y darle a los hijos la oportunidad de experimentar
lo maravilloso que es cuando uno percibe en si haber logrado algo excelente o
impecable, sin haberlo logrado por presión, sino por el placer de un
acompañamiento mutuo en un campo (CMG) de valores. Esto se logra en el
padrinazgo bien comprendido y practicado.
Una empresa se vuelve excelente el día que consigue producir
productos impecables, darle a sus empleados una situación laboral digna y
correctamente remunerada, ofrecer prestaciones extras que facilitan las
soluciones familiares, fomentar los talentos de su gente, y que además consigue
ser una bendición para su región, y no una plaga para el Ambiente o los
vecinos. Hay siempre maneras para compensar un mal necesario, y las empresas
impecables buscan la ausencia de conflictos a través de una resolución
creativa, y no por medio de medidas represivas.
Bueno, alumno de la excelencia: no olvides entonces cuidar
también tu impecabilidad!... como si fuese poco... el consuelo es que nadie
te apura, sino que tu ritmo lo deteminas tú!
Saludos impecables, de corazón
Jean
Jean
Niklaus, médico, pres. de la Fundación Medicina de Sistemas
www.medicinadesistemas.blogspot.com
Todos derechos registrados en el registro de la propiedad intelectual.
Se puede publicar en la web bajo indicación legible de su proveniencia
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Hola Jean! Gracias por tus aportes!
ResponderEliminarQuería preguntar/aclarar una duda que tengo: ¿la excelencia está determinada por la aplicación (consciente o inconscinte) de la Ley de atracción?¿Como se relacionan?
Muchas gracias!
Buen día Nicolas,
EliminarGracias por tu pregunta, N. La respuesta a ella es “no”. Si bien la excelencia atrae la excelencia, no es una aplicación de la ley de atracción que lleva a ella, sino la plenitud de nuestra presencia. Por ejemplo el simple hecho de manejar el auto sin distraerse es excelente, o el simple hecho de percibir un hijo a cien por ciento durante un rato es excelente. Generalmente hacemos dos, tres, cuatro o más cosas al mismo tiempo, lo que lleva a una exclusión de la excelencia, por “dilución” de nuestra presencia.
“Ser íntegros”, “la plenitud”, “servicio integral”, “belleza” y “carisma” son ejemplos de situación en las que se está DANDO la presencia a pleno, sin economizar, invirtiendo en aquel que nos toca vivir. Generalmente experimentamos lo contrario de la excelencia, que es la mediocridad hasta la miseria: Es “gastar” lo mínimo en prestación ¡con la expectativa de recibir un máximo de rentabilidad!
Hay tres leyes muy distintas y complementarias que rigen el universo: La ley de inclusión, la ley de atracción y la ley del karma. Si alguien se interesa, les daré una descripción en otro escrito específico. Si trabajamos la excelencia, nos alineamos con las tres y creamos juntos un organismo pacífico. Por el contrario, la mediocridad nos lleva a desalinearnos de cada una de ellas, con la consecuencia de un clima de conflicto.
Gracias por tu participación!
Un abrazo
Jean